viernes, 18 de noviembre de 2011

Ante las elecciones, abstención


Porque de todo eso previno el Carlismo y contra todo eso luchó, armas el brazo sus soldados, ideas al término sus pensadores. No se les hizo caso a los carlistas. Se les creyó “cazadores de brujas”. Pero sus profecías –para ellos disparatadas, para nosotros tan lógicas y perceptibles como un teorema- se han cumplido hoy.

Así se expresaba Francisco Elías de Tejada en ¿Qué es el carlismo? Y sigue teniendo toda la razón del mundo. El Carlismo siempre tuvo la verdad en sus augurios. Sin embargo, fue tomado como la sibila Casandra:

Pero nadie le hacía caso; pues Apolo había hecho de ella una adivina a la vez que excelente e indigna de crédito.


Y así ha pasado el tiempo y Troya ha ardido: la Iglesia ha abandonado la defensa de la doctrina social y política[1] (para muestra la declaración del organismo de perdición, la Conferencia Episcopal); la traición de algunos carlistas que, como dijo un gran carlista pucelano Don José María González de Echavarri, sacando punta a la boina encarnada, forjaron gorros frigios; y por último, la consolidación de la Revolución gracias a los espadones liberales, los católicos ignorantes y los revolucionarios.

¿Y quién, cuando se lee las obras del magno Mella, no se asombra de hasta que punto se cumplieron sus profecías? Por ejemplo, ésta.

Por ello, ya no pueden quedar dudas de la dirección hacía la que conduce el liberalismo. Para obtener la victoria y no caer en falsos posibilismos, es necesario seguir a la Comunión Tradicionalista Carlista; que ayer como hoy, continúa en la defensa del Tetralema.

El regente

Y en la obediencia, que es la consecuencia práctica al orden legítimo, nos adherimos al comunicado de la Secretaria Política del Regente y al artículo siguiente:

El Carlismo ante las próximas Elecciones Generales

El abstencionismo militante de la Comunión Tradicionalista


[1] Aunque cosas veredes nos encontramos ya en la II República, cuando el jesuita Aniceto Castro Albarrán se encontró con el boicot a la publicación de su libro El derecho a la rebeldía por parte del Arzobispo de Tarragona, Francisco Vidal i Barraquer.

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