martes, 4 de septiembre de 2012

Las Memorias de Alfonso Carlos: Inicio

La protección de Napoleón III mantuvo segura Roma durante dos décadas. Pero la caída del Segundo Imperio provocó un cambio de guardia: las tropas de Víctor Manuel II. 

MIS MEMORIAS SOBRE LA INVASION Y TOMA DE ROMA POR LAS TROPAS ITALIANAS, EL 20 DE SEPTIEMBRE DE 1870, ESPECIALMENTE LO QUE TOCO A MI COMPAÑIA, LA 6ª, DEL 2º BATALLON DE ZUAVOS DE PIO IX


Después que las tropas francesas marcharan de Roma a primeros de agosto de 1870[1], nunca dudé ya de que las tropas italianas vendrían a atacarnos. Luego que los últimos franceses se embarcaron en Civitá Vecchia, los italianos, bajo pretexto de proteger el Estado de Su Santidad, fueron reuniendo tropas en la frontera, y especialmente en Orvieto y Foligno. Los zuavos siempre estábamos deseando tener una ocasión de batirnos, y estábamos impacientes por marchar a la frontera. El Teniente Coronel de Zuavos, Charette[2], fue con un batallón y medio de Zuavos a ocupar la provincia de Viterbo, que acababan de abandonar los franceses.

Desde entonces quedó en Roma muy poca tropa, y a pesar del servicio extraordinariamente pesado, no vi nunca a ningún zuavo quejarse de esto; antes al contrario,  todo lo sufrían con paciencia y con alegría. Cada semana iban llegando a Civitá Vecchia muchísimos reclutas para los Zuavos; pero como el invierno último habían marchado unos 1.500 zuavos a sus respectivos países, así quedábamos todavía pocos para el mucho servicio que había. Desde los primeros días de septiembre de 1870 siempre estábamos esperando algo que nos diese que hacer.


[1] Por orden de Luis Napoleón, tropas francesas protegían los Estados pontificios. Aunque el mismo Emperador francés auspició el risorgimiento, se opuso a la conquista de Roma, ya fuera por tratados o por las armas, como fue en Aspromonte (1862) o Mentana (1867). En julio de 1870, Franca declaraba la guerra a Prusia. Napoleón se veía obligado a trasladar sus tropas a la frontera francesa, desguarneciendo Roma. Ocasión que aprovecharon las tropas italianas para conquistar el último reducto de los Estados pontificios: Roma. 
[2] Charette, descendiente del general vandeano del mismo nombre, se distinguió en la defensa de Roma.

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